Necesito de Al-Anon

Si yo no soy la que tengo el problema

Cuando comencé a salir con mi novio que estaba sobrio, creí que nunca tendríamos problemas porque me dijo que había superado todos sus defectos de carácter en Alcohólicos Anónimos. No me daba cuenta de que yo también tenía defectos. Siempre le atraía a la gente insegura y necesitada. Creí que por fin había encontrado a un compañero que era estable y casi perfecto.

Pero me di cuenta de que todavía tenía algunos asuntos que resolver. Comencé a pensar que él asistía a demasiadas reuniones y no me brindaba suficiente atención. Mi autoestima colapsó.

Me deprimí y me obsesioné por él. Y así como había sucedido con mis relaciones anteriores, me encontré tratando de controlar y de corregir a mi novio. Estaba completamente enredada con él.

Me recomendó que fuera a ver a su terapeuta. Al principio estaba renuente, pero deseaba desesperadamente que nuestra relación mejorara. La fui a ver, aunque estaba convencida de que el problema era él. Después de escuchar mi relato, me recomendó que tratara de asistir a las reuniones de Al-Anon. Inmediatamente deseché la idea, pues estaba segura de que yo no tenía ningún problema. Si pudiera lograr que el alcohólico practique su programa de la forma que pensé que lo haría, todo marcharía bien.

Pero en cada sesión mi terapeuta seguía instándome a que tratara de asistir a algunas reuniones, aunque fuera para encontrarme con personas que pasaban por experiencias similares. Al final, después de sentirme con deseos de suicidarme y completamente desesperanzada, hice el esfuerzo y fui a Al-Anon. Me sentía nerviosa y escéptica, pero oí decir que no era la única que se sentía así. Me sentí tan aliviada que lloré durante toda la reunión y durante las cinco o seis reuniones siguientes.

Empecé a practicar los Pasos con una Madrina. Mi autoestima mejoró rápidamente y encontré mi propia identidad. Hablaba por teléfono con miembros entre reuniones y cultivé amistades maravillosas. Mi obsesión por el alcohólico disminuyó y hasta mis sesiones de terapia se volvieron más productivas. ¡De nuevo tenía esperanzas!

Ya han pasado más de seis años desde que asistí a la primera reunión de Al-Anon, y desde entonces han sucedido innumerables milagros en mi vida. Afronto el temor y el dolor con gracia y aceptación. Hoy poseo serenidad, equilibrio y amor en mi vida. Estoy eternamente agradecida de que mi terapeuta me convenciera de que tratara de asistir a las reuniones de Al-Anon. Esto me ha salvado la vida.

Por Jennifer B., Arizona


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